Papapapalabras…

La primera palabra que dijo mi hija fue: PAPAPAPAPAPA. Y es lo más hermoso que he escuchado

Mi pequeña había cumplido recientemente cinco meses de edad, y, por primera vez en mucho tiempo, fuimos a visitar a una amiga. Fue una de las primeras veces que mi hija se relacionaba con alguien que no sean sus papás. Entre tantas otras cosas, la pandemia afectó también el desarrollo social de mi hija.

Toda la tarde, mi hija escuchó la conversación, y acompañó todo lo que decíamos. Nos miraba, se fijaba en cómo movíamos la boca al hablar. Después volvimos a casa, y mientras ella descansaba, empezó a susurrar papapapapa. Le pedí que repitiera y siguió.

Mi esposa se sintió un poquito decepcionada porque tal vez quiso que la primera palabra sea mamá.

¿Alguna vez se preguntaron por qué los bebés nos tienen a los papás como sus primeras palabras? Puede que sea al revés, que los bebés nos ponen de nombre las primeras sílabas que pronuncian.

Cuando estudiaba en el colegio, me llamaba la atención que en quichua, la palabra mamá se diga mama, igual que en español. Pero el español y el quichua no tienen origen común. Al principio pensaba que sería un préstamo del español, que ingresa después de la colonización; pero, ¿cómo podría un idioma no tener una palabra propia para mamá? Sería tal vez un caso especial en que, por algún acaso, ambos idiomas coincidían.

Luego cuando estudié mandarín, aprendí que mamá es 妈妈 (pronunciado /māmā/). La misma palabra en los tres idiomas. ¿Qué podría hacer que tres lenguas que no comparten origen, tengan la misma palabra para mamá?

Hay dos teorías para explicarlo: la poligenética y la monogenética (Wikipedia).

La poligenética habla de distintos orígenes para las mismas palabras. Las palabras mamá y papá se forman con las primeras sílabas que pronuncian los bebés, las más fáciles de decir. Y esto se produce en todos los idiomas.

La monogenética habla de un único origen para las palabras. Existe la hipótesis de que habría existido un lenguaje hablado por los primeros humanos, llamado protosapiens, y de él derivarían todos los idiomas humanos. En este idioma, los padres serían /mama/ y /baba/.

Mi hipótesis favorita es la poligenética. Según esta, serían los bebés quienes nombran a los papás, y no los papás quienes enseñan a sus hijos cómo nombrarlos. Increíble.

Dado que los sonidos /ma/, /pa/ y /ba/ son los más fáciles de hacer, especialmente para quien está aprendiendo a hablar, son esas sílabas que forman sus primeras palabras.

¿Y entonces por qué primero papá y no mamá?

Esto se explica por dos motivos:

El primero es el apego. Después de la Segunda Guerra Mundial, se identificó que, entre los sobrevivientes, los niños huérfanos y sin hogar presentaron muchas dificultades en su desarollo. La ONU pidió a John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista, realizar un informe al respecto. En este informe, Bowlby postula la llamada Teoría del Apego.

Según esta teoría, el apego es el vínculo afectivo entre un individuo (el bebé) y una figura de apego (generalmente, un cuidador). La teoría propone que los niños se apegan instintivamente a quien cuida de ellos, con el fin de sobrevivir, incluyendo el desarrollo físico, social y emocional. La figura principal de apego es normalmente la madre. Aunque podría ser el padre u otro cuidador.

El segundo es la unión psíquica con la madre del recién nacido. La Teoría de las Relaciones-Objeto, propuesta por Donald Winnicott, pediatra, psicoanalista y psiquiatra, habla de que el recién nacido no tiene desarrollada su mente. Su mente deberá desarrollarse durante los primeros años de vida. En términos técnicos, el recién nacido aun no es una unidad psíquica.

Así, durante el primer año, la madre y el bebé forman una unidad psíquica; para el bebé, son una sola mente. En otras palabras, el bebé no se identifica a sí mismo como separado de su madre. Y en ese caso, la primera persona fuera de esa unión madre-infante con quien tienen contacto es el padre.

Por eso lo nombran primero.

Tendrá que pasar un tiempo para que el bebé tenga consciencia de sí mismo y use palabras como yo, , mío. Empezará a hablar nombrando seres externos a él, unas veces para llamarlos, otras veces para describirlos: mamá, teté (teta, leche), (para señalar que veas algo), chichí (me hice pipí), popó.

Yo sigo asombrado de cómo mi bebé va descubriendo el lenguaje. La veo y me imagino en su cabecita trabajando, poniendo sílabas una junto a la otra para que los adultos la entendamos.

No hay duda de que el lenguaje nos hace humanos.

Referencias